Al despertar pensé que había sido un sueño.
Él ya no estaba, imaginé que sólo le había soñado, que no había existido. Entonces lo que no llegaba a comprender era qué estaba haciendo en la playa, tumbada sobre la fina arena dorada que se pegaba a mi desnudo cuerpo, en la cual me había despertado.
Me dispuse a mirar el amanecer, sobre el calmado mar, y le vi ahí. recostado en el mar, con medio cuerpo cubierto por las olas, como si fuera mi modelo. Sólo para mi. Mi príncipe.
Parecía una criatura marina, que había atravesado mares y océanos para llegar hasta mi, aunque fuera en contra de la naturaleza, y aún así había venido a mi.
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