12 diciembre 2010

Noches de perros

Me encontraba sola, y por las noches esa soledad pesaba en mi corazón
 haciendo que muchas noches me durmiera llorando. 

Gritaba y pataleaba en silencio, para no despertar a la familia
 e intentar desahogar todos esos sentimientos.

No podía dormir por culpa del peso de la soledad, y 
cuando caía rendida ante la noche, las pesadillas inundaban mis sueños.

Hasta que un día llegó él.

Entró sin hacer ruido en mi cama, me besó repetidas veces 
y se acurrucó a mi lado. me sentí feliz y me dormí acariciándole.

Al despertar continuaba ahí a mi lado, volvió a besarme,
 feliz de estar conmigo y yo de no haber dormido sola otra vez.

Él empezó a saltar y dar brincos en la cama, a golpearme con el rabo
 que movía de un lado para otro feliz,
 y dándome los buenos días lamiéndome toda la cara.

Desde entonces, Berrinche se ha acostumbrado a dormir en mi cama,
 y yo, le hago un hueco a mi lado.


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