27 octubre 2010

ERIDOR 1. creando Banthakhän (parte 1)

Colin era un chico de 15, hijo de un explorador y de él heredó el espiritu aventurero.

Un día estando de exploración con su padre, cuando el sol se estaba poniendo el chico se alejó del lugar donde estaban acampados y se internó en el bosque. Empezaba a oscurecer y el suelo crujía a sus pies. Si miraba las copas de los árboles podía ver los brillantes ojos de los buhos que empezaban a despertarse.

A pocos metros, escuchó una pelea de animales, por lo que él sabía de animales salvajes, había como mínimo tres animales, por la zona en la que estaban podían ser, perros, lobos, zorros... se escondió rápidamente entre la hierva y esperó a que la pelea acabara. Cuando dejaron de escucharse los angustiodos gruñidos minutos más tarde, Colin escucho cuatro aullidos.

-¡lobos!- se dijo Colin. Esperó largo rato antes de acercarse al lugar. Vio una pequeña cueva destrozada y sangre en la entrada- ¡oh no!-

Entró dentro de la cueva para ver si podía salvar al lobo herido, pero cuando lo vio, supo que no podía hacer nada. Era una hembra blanca y ya estaba muerta. A Colin le dio lastima, pero dio media vuelta y se dispuso a salir, cuando oyó un débil ladrido a sus espaldas, se giró y vio una pequeña bola de pelo blanco temblando. Era una cría y tenía una pata herida. Colin lo cogió y lo tapó como pudo con una camiseta que llevaba en la mochila de piel, y lo puso en ella. No podía dejar a la cría sola, así que volvió a la caravana con ella

-¡Colin hijo! ¿Dónde te habías metido? Hemos oído lobos y estábamos preocupados- le dijo su, padre.

-no, no me ha pasado nada-

-me alegro. Cuando esté la cena te aviso. Mañana volvemos a casa, así que hay que acostarse pronto.

Colin se alejó un poco del carruaje, con un paquete de carne cruda y un par de vendas. Sacó a la cría temblorosa y le vendó la pata, aunque se llevó un buen mordisco en la mano. Cuando ambos se calmaron, Colin le dio la carne al lobo, que se la comió desesperado. Comprobó que era macho y le buscó un nombre, Mosh.

En un mes Mosh había crecido considerablemente. Era muy activo y la gente del pueblo se quejaba de él, porque se comía a sus gallinas y otros animales de granja. Colin siempre reñía a su amigo por estas cosas y el animal realmente se arrepentía, pero al rato se le olvidaba. Pero con el tiempo Mosh ya era grande y aunque Colin lo veía como a un perro más, el animal cazaba en las granjas del pueblo, destrozaba huertos y aunque solo jugaba los vecinos le temían.

-Colin, yo también quiero a Mosh, pero si continua así nos echaran del pueblo. Devuélvelo al bosque. Al lugar donde lo encontraste- le dijo un día a Colin su padre

-pero... -

-¡no! No quiero peros. Ve ahora mismo. Prepara tu maleta-

Y así lo hizo. Se preparo una maleta con ropas de abrigo, comida y un cuchillo junto al arco.

-Mosh, amigo- dijo al lobo- voy a llevarte a tu casa, ahí estarás con amigos como tu, ¿vale?- el lobo estaba sentado, mirándolo son la cabeza ladeada y con cara triste- ¡venga nos lo pasaremos bien!

Cuando ya estaba listo en la puerta de la casa, sus padres le desearon suerte y que volviera en buen estado. Su hermano Corin no le dijo nada. Sus tres mejores amigos, Eaoden, Razarc y Judis tambien le desearon suerte.
Chico y lobo estuvieron 15 días caminando y jugando juntos por el camino. Dormían junto al fuego, abrazados para pasar menos frío. Al llegar al lugar, Mosh estaba contento, reconocía ese lugar como su hogar, pero... Colin era, en parte, su amo, y le quería. Y a Colin le pasaba lo mismo.
-Bueno, amigo- dijo Colin abrazando al lobo- este es tu hogar. Ahora debes encontrar a tus compañeros, y formar tu familia de verdad. Yo... te quiero mucho Mosh. No te olvidaré- se dio la vuelta. Dio unos pasos y Mosh le siguió- Mosh, escucha, quédate aquí. NO ME SIGAS, ¿vale chico?- y echó a correr
Corrió tanto como pudo, y Mosh se quedó en el sitio, donde lo habían abandonado, sentado, esperando por si Colin le recogía, por si era una broma, pero no. Colin pudo escuchar, perfectamente, el aullido de triste despedida de Mosh.

X X X

-Chicos, debemos acampar ya. Es de noche y no conviene seguir avanzando-
Habían pasado tres años. Colin y su padre exploraban las montañas Kilic. Con ellos iban tres hombres con sus hijos, amigos de Colin, ellos eran, Eaoden quien era el mejor amigo de Colin desde que eran pequeños. Judis, una preciosa chica rubia, muy dulce, de la cual estaba enamorado y Razarc un chico un tanto distante e introvertido, pero era buen chico y aunque iba obligado por su padre de expedición no se oponía ni causaba problemas. Los cuatro chicos dormían junto a un fuego, cerca de uno de los dos carruajes, mientras los padres lo hacían junto al otro.

Una vez a mitad de la noche, Colin se despertó sobresaltado por el aullido de un lobo, pero parecía que sus amigos no habían oido nada, puesto que seguían durmiendo. No conciliaba el sueño, así que salió a dar un paseo. El paisaje era rocoso y de no ser por la luz blanca de la luna no hubiera podido ver nada. Detrás de una lejana roca, vio dos puntos verdes, que desaparecían. Parecían dos ojos. Intrigado se acercó al lugar.

-¿Adónde vas, Colin?- le dijo la hermosa Judis

-esto... Judis. yo, he visto algo ahí, e iba a mirar que era- dijo nervioso
-yo también he visto algo, ¿llamo a Eaoden y Razarc, y vamos a mirar?

-está bien- dijo él

Cuando estuvieron los cuatro despiertos, se pusieron en marcha hacia el lugar. Caminaron un rato no muy largo, y de pronto Razarc gritó que enfrente había algo. Y así era, a unos cien metros había un bulto blanco que se alejaba. Echaron a correr, y sin previo aviso cayeron por un agujero que nadie había visto.

Colin tuvo la sensación de que el estómago se le subía a la garganta. Todo estaba oscuro, no podían verse los unos a los otros tan solo podían escuchar los gritos que todos daban. Al final de la larga caída, Colin sin previo aviso se golpeó con algo en la cabeza y se desmayó. Todo fue tan rápido.

Poco a poco Colin se despertó y se incorporó, vio a sus compañeros en el mismo estado que él. Los cuatro estaban desconcertados, se encontraban en lo que parecía un pequeño claro en un bosque, no muy espeso. Había mucha luz, pero no se escuchaba ni un solo pájaro. Cuando todos recuperaron el sentido empezaron a hacerse las preguntas

-¿que sitio es este?- preguntó Razarc

-Lógico, un bosque- dijo Colin- pero esto no son las montañas Kilic
-pero si acabamos de caer por un agujero de ellas- replicó Eaoden

-tiene razón no estamos en las montañas Kilic, tan siquiera estamos en Archelant- dijo Judis- este sitio no me gusta
-mirad ahí hay un camino- dijo Eaoden. Y así era. Pero ahora el problema era, ¿qué extremo seguir del camino? Los chicos decidieron uno, pero Judis se negaba a ir pero finalmente, por temor a quedarse sola, les siguió

-¡mirad!

-¿que es eso?
-un lobo... ¡¡¡corred es un lobo!!!

Echaron a correr en dirección contraria al animal, y cuando se habían alejado lo suficiente, se dieron cuenta de que Colin no estaba con ellos.

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