09 mayo 2012

6, 7, 8 Mayo 2011

Muy posiblemente el mejor fin de semana de 2011.

Un fin de semana de encuentros duros para el corazón, de amistades guardadas en lo profundo del ser y sentimientos dedicados a un grupo de música que no saben ni que existo, pero que tantos momentos he compartido con ellos.

Después de horas bajo la lluvia, y otras tantas apretujadas entre Grupies idiotas, (porque idiotas hay en todas partes, pero ese día estaban todas ahí) de chicas y muchas madres maleducadas, llegó el momento que tanto había esperado. Después de meses y una horrible mañana, verlos y tenerlos ahí con esa energía que les caracteriza, valió la pena. Esa sensación de que vas a morir si das un salto más, pero tu cuerpo solo puede saltar al compás de tu emocionado corazón enamorado de esa melodía. Sentimientos cual colegiala enamorada de esos cuatro perfectos chicos que no saben de tu existencia, pero que te da igual, seguirás soñando con ellos, noche si y noche también.

Afónica, sin poder moverme y agotada, al día siguiente me reencuentro con esos amigos a los cuales no veo desde hace años. Esos amigos a los que quiero y guardo en lo más profundo de mi corazón, con los que he compartido tantas tonterías y risas, que nada cambia aunque haga años que no nos vemos.

Ese vuelco que da el corazón. 

Increíbles ganas de que ese único día que tengo para estar con ellos vuelva a convertirse en veinte días de verano y poder verlos día tras día. Pero se va el sol y debo decir adiós de nuevo. Otra vez más me despido con una sonrisa y al darme la vuelta cierro los ojos y tomo aire. 

Se terminó... ¿Cuándo volveré a verlos?

Levanto la vista y veo que aún no ha terminado, que junto a mi la tengo a ella. Una de las personas más especiales que conozco. Porque ella soy yo, no, yo soy ella, no... bueno que ella y yo somos una. La misma persona en dos líneas temporales distintas. Tan iguales en todo, desde hace tanto tiempo. Al conocernos nos dimos cuenta de que esa amistad no era algo pasajero. Pasar ese fin de semana en su casa es genial, me siento a gusto, cómoda y estar con ella es tan divertido.

Pero el lunes se acerca y el viaje termina. Ya en el aeropuerto me despido de ella. se me dan mal las despedidas, no se qué decir porque no quiero hacerlo, pero se que debo. no quiero llorar, no tengo muchas ganas de hacerlo, pero se que terminaría empapando mis mejillas con lágrimas.

Puede que haya sido sosa e insensible al despedirme. No me he girado. Verla a ella a un lado, sola y mirándome sería patético. me siento triste, se ha terminado todo, pero estoy muy emocionada por todo lo que ha pasado en tan poco tiempo.

Esa felicidad teñida de melancolía.

Me subo en el avión. El adiós definitivo a este gran fin de semana, la vuelta al día a día, a estudiar para los exámenes... Miro a mi lado y veo que no estoy sola, que mi amiga sigue a mi lado, que todo lo que he vivido yo, también lo ha vivido ella ya que le regalamos este maravilloso e inolvidable viaje entre los amigos, quienes nunca se imaginarán lo feliz que la hicimos. Ella con quien tan buenos y malos momentos he vivido, y a quien quiero tanto en lo profundo de mi ser. Nos miramos y nos sonreímos la una a la otra.

-¡Pedazo de finde!

No hay comentarios:

Publicar un comentario