Sonrío a todos esos fallos que he cometido. sonrío a todas esas cosas que dije y no debería haberlas dicho. Sonrío a todos mis actos inadecuados. A los abrazos que no debía dar. A los besos que no debí probar. A las cosas que no debí escribir. Sonrío a las actuaciones que no debí cometer al ser inapropiadas. A los gritos y portazos, incluso algunos tortazos.
Sonrío con algo de tristeza a aquellos actos que no me atreví a hacer, a los besos que no me atreví a dar, a las locuras que por miedo no cometí, sonrío tristemente a todos los buenos ratos que no pasé por no lanzarme a lo desconocido.
Sonrío orgullosa a las muchas cosas que me he negado a hacer, sonrío ante el hecho de no haber caído al pozo donde muchos otros han caído.
Sonrío a esos momentos en los que lloraba por sentirme diferente al resto de chicas, sonrío y me río puesto que ahora veo que eso fue de lo que más orgullosa me siento.
Sonrío al mirarme al espejo.
Sonrío, porque todos mis actos, buenos, malos, a tiempo, fuera de lugar, no cometidos, repetidos, mal hechos, hechos a medias, efímeros o eternos, me han llevado a lo que soy. A lo que soy ahora. No miento, se que con el tiempo cambiaré y serán mis actos, los cometidos y los que están por llegar, los que determinarán como voy a ser.
Y Miento si digo que no me arrepiento de nada, me arrepiento de varias separaciones sin despedidas, de varios actos que al mirar atrás considero inadecuados. Pero si pienso detenidamente, jamás cambiaría ninguno de ellos, puesto que ahora podría mirarme en el espejo y no ser yo.
Con mis grandes y numerosos defectos y mis modestas virtudes, me acepto y sonrío frente al espejo al empezar un nuevo día esperando lo que me tenga preparado, para así seguir en este mundo que no se detiene ni un segundo.