Es una sensación que no se describir.
Dejar que pasen las horas muertas hasta que volvemos a vernos. Querer aprovechar al máximo el tiempo que tenemos juntos, pero al reloj le da igual lo que yo desee, el tiene sus propias reglas.
Solo un par de abrazos y besos se convierten en horas. El respirar el aroma de su cuello. Rozar mis labios con los suyos. Apretarme contra su pecho mientras él me cobija entre sus brazos. Sus susurros en mi oído. Una mano en mi cintura. Su sonrisa... Esa encantadora sonrisa.Y perderme en sus ojos. Una ventana a un mundo mágico, donde siempre es primavera, el cielo azul y el dorado sol brilla en lo alto.
Todo él irradia felicidad, hace que me sienta en una esponjosa nube de algodón de azúcar, en la cual no hay preocupaciones y todo son risas. Él es mi príncipe, es quien cuida de mi, quien me mima y anhela. Quien ha despertado tantas emociones y sensaciones en mi. Quien hace que el mundo me parezca un bello lugar donde vivir. Quien me atonta de tal modo que se me olvida como escribir.
Siento que he buscado sus ojos en otros, y ahora que me miran a mi... el resto de colores del mundo desaparece, solo existe el azul. Su azul. Ese azul que me absorbe y consigue que no pueda pensar en nada más que en él sus miradas y sonrisas.
Solo puedo decir, que se está tan a gusto en esta nube de algodón.